Durante su participación en la 22ª Fiesta de la Cosecha de Arroz Agroecológico del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), en Viamão (RS), Aldrighi destacó que la presión ejercida por estos grupos es “legítima y correcta”. El evento, celebrado en el Asentamiento Filhos de Sepé, reunió a líderes rurales y autoridades para debatir los desafíos y avances en la distribución de tierras.

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El presidente del Incra reconoció que la concentración histórica de tierras en Brasil es uno de los principales obstáculos para la equidad social. Según sus declaraciones, el 2% de los terratenientes posee el 60% de la superficie agrícola, mientras que entre el 20% y el 60% de los agricultores ocupan menos del 10%.

Esta desigualdad, según Aldrighi, justifica la intervención del Estado para reorganizar la estructura agraria y aliviar las tensiones sociales. “La tierra existe, pero está mal distribuida”, afirmó, subrayando la necesidad de políticas públicas que promuevan una distribución más justa. El MST, uno de los principales impulsores de la reforma agraria, mantiene una postura crítica ante la falta de agilidad del gobierno en este tema.

Recientemente, líderes del movimiento se reunieron con la ministra de Relaciones Institucionales, Gleisi Hoffmann, y parlamentarios del Partido de los Trabajadores (PT) para discutir la recomposición presupuestaria y la necesidad de mayores inversiones en infraestructura rural.

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Aldrighi también abordó los desafíos financieros que enfrenta el Incra, señalando que la aprobación tardía del presupuesto para 2025 dificulta la adquisición de terrenos. “Estamos aumentando el presupuesto gradualmente, pero es extremadamente insuficiente”, admitió. Además, mencionó las pérdidas generadas por el desmantelamiento del Incra durante los gobiernos anteriores, lo que ha complicado la reactivación de los procesos de reforma agraria.

Sin embargo, aseguró que la reforma no es una utopía y que existen terrenos disponibles para su distribución, como los de deudores de la Unión y grandes propietarios que incumplen su función social.

Con más de 130.000 familias viviendo en campamentos, la reforma agraria se presenta como una oportunidad para transformar la realidad del campo brasileño. Aldrighi concluyó con un mensaje de esperanza: “La tierra existe, la estructura agraria muestra una gran concentración, y es necesario llevar a cabo este proceso de reorganización”. En un país donde la desigualdad en el acceso a la tierra sigue siendo un problema arraigado, la reforma agraria no solo es una demanda legítima, sino también un paso esencial hacia una sociedad más justa y equitativa.

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